Crucero aéreo por la costa oeste de EE UU y Canadá

Embárcate en un jet privado de 30 plazas que utiliza aeropuertos secundarios (sin facturaciones ni controles de seguridad). Esta novedosa fórmula de viaje te permitirá conocer parte de un vasto territorio sin hacer miles de kilómetros en carretera... Y a un precio más que aceptable.

Fuente: Deviajes / Texto y Fotos: Kris Ubach

Niágara

La primera escala

Viajar como los famosos pero a precio low cost? Esa es la primera impresión que uno tiene cuando llega al aeropuerto de Nueva York y, sin pasar por el mostrador de facturación ni por los férreos controles de seguridad, le conducen directamente a la pista de despegue en un coche. Una simple comprobación del pasaporte antes de cruzar la puerta del avión y ¡voilà! Uno parte rumbo al primer destino americano del viaje.

En poco menos de una hora se cubre la distancia entre Nueva York y las cascadas más famosas de la Tierra, con permiso de las Victoria o el Salto Ángel: las Niagara Falls. Es tal su fama y su éxito turístico (con 13 millones de visitantes al año, es una de las atracciones más concurridas del mundo), que en torno a las cataratas han crecido dos ciudades, una a cada lado de la frontera: Niagara Falls (USA) y Niagara Falls Ontario (Canadá).

La vertiente canadiense es la más espectacular, sin duda, así que tras cruzar el puente que hace de frontera, dirígete al Walk on White Water, un sendero boscoso que discurre junto al Niagara River, donde podrás comprobar de cerca qué aspecto tienen unos rápidos de nivel 6 (según la escala internacional, esta es la más alta. Esta está considerada como extremadamente difícil o no navegable, por ello aquí está prohibida la navegación y por supuesto, el baño. (4330, Niagara Parkway)

Más atracciones con el líquido elemento como protagonista son Journey Behind the Falls (se visitan los túneles que recorren la parte trasera de las cascadas), Niagara’s Fury (atracción mecánica que recrea el origen de este salto de agua) o el Niagara Falls Illumination (iluminación nocturna de las cataratas. Entrada libre).

Si de todas tienes que escoger una, nuestra recomendación es que te apuntes a un trayecto en el mítico Maid of the Mist, en funcionamiento desde 1846. Este barco, dotado de un potente motor, desafía la impresionante fuerza del agua y se acerca hasta el mismísimo límite inferior de las cascadas. Tienes la ducha asegurada aunque, tranquilo, el chubasquero entra en el precio (www.niagaraparks.com).

Junto al mirador situado en la parte superior de las Niagara Falls, no dejes de visitar las tiendas de recuerdos si quieres constatar hasta qué punto llega la imaginación de los diseñadores de souvenirs. Un botellín o un llavero con agua de las cascadas te costará 1,50 €, aunque ya que estás en Canadá es mejor que te compres algún típico producto elaborado con sirope de arce: ¡sabe a madera y está buenísimo!

Unos 22 km al Norte de Niagara Falls, puedes visitar la localidad de Niagara-On-The-Lake, aunque no te dejes engañar por las apariencias: lo que baña sus costas aunque parezca el mar es, como indica su nombre, un lago: el Ontario. The Prettiest Town in Canada, el pueblo más bonito de Canadá, como rezan sus folletos turísticos, es una de las localidades decimonónicas mejor conservadas del continente americano. De hecho cuesta creer que este pueblo perfecto –con sus casas de época pintadas de colores, sus frondosos jardines, sus pastelerías y sus cafés con encanto– no sea en realidad un escenario de película a lo Show de Truman. En cualquier caso merece la pena acercarse hasta Niagara-On-The-Lake para conocer su legado histórico –el Fort George–, relajarse junto al lago y probar alguna de las (dulces) especialidades por la que es famosa la población. Nuestra elección son las patatas fritas con chocolate (sí, sí, has leído bien) de Cows (44, Queen Street).

Mapa de la zona
Mapa de la zona
LAS RUTAS DEL VINO
LAS RUTAS DEL VINO

Si sitúas la orilla sur del lago Ontario en un mapa verás que está a la misma latitud que Francia, Este es el argumento más utilizado por los viticultores de esta zona de Canadá para darle un valor añadido a sus caldos. Hay 26 pequeñas bodegas que abren sus puertas a los visitantes y ofrecen catas de unos vinos que es casi imposible encontrar en Europa. Algunas cavas visitables son Caroline Cellars (www.carolinecellars.com), Château des Charmes (www.chateaudescharmes.com) o Ravine Vineyard (www.ravinevineyard.com). Más información sobre bodegas y rutas del vino en Ontario en la página: www.winecountryontario.ca

Toronto y Pennsylvania

Salto en el tiempo

Justo en la orilla opuesta a la de NiagaraOn-The-Lake, el lago Ontario baña la estupenda e interesantísima Toronto, la mayor ciudad de Canadá. Aunque Toronto merecería un reportaje en sí misma, y por supuesto un viaje de unos días para ella sola, no está de más (ya que te encuentras a poco más de una hora en coche desde aquí) que le dediques una rápida visita antes de seguir tu periplo. Un buen lugar para tomarle las medidas a esta metrópoli y ubicarte en su mapa de asfalto es la torre de comunicaciones CN Tower. Su mirador –situado a 346 metros del suelo– es una de las atracciones más famosas de la ciudad, y cuando subas entenderás por qué. Además de una increíble panorámica de 360º, podrás contemplar Toronto bajo tus pies: hay una zona donde... ¡el suelo es de cristal! Con esa primera impresión sobre Toronto (y te aseguramos que te quedarán ganas de volver), deberás regresar sobre tus pasos para subirte de nuevo a tu avión privado rumbo al segundo destino del viaje. Un trámite mínimo sin esperas de aeropuerto, y zas, en menos de una hora te encontrarás aterrizando en Harrisburg, la capital del estado norteamericano de Pennsylvania, uno de los que concentra mayor población amish del mundo. Los amish (la comunidad que aparece en la película de Harrison Ford, Único Testigo) son un grupo religioso que en el siglo XVIII emigraron desde Alemania y Suiza para establecerse en esta región agrícola del Norte de los Estados Unidos. La comunidad amish no es, por supuesto, un atractivo turístico, pero sus costumbres y su especial estilo de vida han hecho que muchas personas se acerquen hasta aquí para visitarles (aunque no se prodigan demasiado) y conocer un poco más su forma de vivir. El epicentro de la Amish Country es Intercourse, una pequeña población rodeada de granjas y campos de cultivo, donde precisamente se rodaron algunas escenas de la mencionada película Único Testigo.

Granjas en Amish Country
Granjas en Amish Country.

En Intercourse numerosas tiendas venden la artesanía típica de esta comunidad, como los quilts (cubrecamas hechos con varias telas diferentes y decorados con patchwork) y otras prendas cosidas a mano. Una cosedora puede tardar entre tres meses y un año en hacer una de estas piezas, por lo que no te sorprendas por el precio. Otro de sus fuertes es la venta de productos frescos o conservas vegetales. Podrás encontrar hasta 300 variedades de ellas en la Canning Company (3612, East Newport Road), donde un bote de chow chow (hecho a base de maíz, judías y zanahoria) te costará unos 2€.

TRADICIONES SECULARES

Dentro de las múltiples religiones que se profesan en los Estados Unidos, los amish –de confesión anabaptista– son quizás el grupo que despierta más interés. Estos han renunciado a la mayoría de los avances tecnológicos: no usan vehículos a motor, ni corriente eléctrica y el teléfono sólo en caso de emergencia; confeccionan su propio vestuario, organizan sus propias escuelas, los oficios religiosos se celebran en las casas privadas y conservan el alemán de sus ancestros como lengua vehicular.

Para conocer un poco mejor cómo viven, puedes visitar una casa y una escuela, hoy convertidas en centro de interpretación (3121, Old Philadelphia Pike. Bird-in-Hand. www.amishexperience.com).

MUY DULCE
MUY DULCE

Quizás no sea tan conocida en España, pero a cualquier niño norteamericano con solo mencionar la marca Hershey’s se le hace la boca agua. El mayor productor de chocolate de Estados Unidos tiene su particular parque de atracciones en Pennsylvania. Presumiendo de la enorme capacidad que tienen los americanos para convertir cualquier cosa en un espectáculo, el Hershey’s Chocolate World (251 Park Boulevard. Hershey. www.hersheys.com) lo tiene todo: desde shows con autómatas hasta la posibilidad de diseñar tu propia barra de chocolate.

Washington D.C. Una visita imprescindible

Otro rápido trayecto en avión te lleva desde Pennsylvania hasta la capital política de los Estados Unidos: Washington D.C. No tardarás en constatarlo: en esta ciudad se ven más trajes y corbatas y coches diplomáticos que en cualquier otro lugar del país, algo que no es casual, pues aquí se domicilian las oficinas gubernamentales, los ministerios, los gabinetes de seguridad,... y todos aquellos organismos que se articulan en torno a los dos grandes centros del poder norteamericano: el Parlamento y la Casa Blanca. Empieza por el primero: el edificio del Parlamento, el Capitolio, es el lugar más visitado de la ciudad, el más reconocible y el más alto. Así quisieron que fuera cuando tras su construcción se estableció que ningún edificio le superaría en altura, una norma que solo contraviene el obelisco del Washington Monument. Por motivos de seguridad, al Capitolio solo se puede acceder en una visita guiada, algo que agradecerás cuando veas sus faraónicas proporciones y el número de salas y pasillos por los que te podrías perder. Y una pregunta que seguro te haces cuando visites el interior del Capitolio: ¿quiénes son los personajes de las exactamente 100 estatuas que decoran todos los rincones del edificio? Cada uno de los 50 estados que componen los Estados Unidos fue invitado a traer los retratos de dos de sus ciudadanos más ilustres. Como curiosidad, decirte que hay uno español: el padre Junípero Serra, aportado por el estado de California. Desde el Capitolio y justo en el extremo opuesto de Pennsylvania Avenue hay otro edificio que podrás reconocer por el elevado número de reporteros y equipos de televisión que suelen frecuentarla: la Casa Blanca. El domicilio más popular del país –y seguramente el más vigilado– tiene un horario de visitas restringido. Para acceder a su interior es necesaria la reserva previa, y como imaginarás, deberás pasar un estricto control de seguridad para ello (entrada libre. www.nps.gov/whho). Junto a la residencia presidencial no dejes de visitar The Whitehouse Gift Shop (15th Street NW. www.whitehousegiftshop.com), donde se exhibe un compendio de recuerdos de lo más kitsch relacionados con la familia Obama y los presidentes del pasado.

Cruce de Pennsylvania Ave y Freedom Plaza
Cruce de Pennsylvania Ave y Freedom Plaza.

Para seguir con tu ruta por los símbolos americanos, además del Capitolio y la Casa Blanca, debes dirigirte a la gran avenida que partiendo del primero se extiende hasta el la orilla del río Potomac: el National Mall. A su alrededor se levantan muchos de los museos del Smithsonian y algunos memoriales.

El más popular ha sido siempre el Lincoln Memorial, presente en multitud de películas y el lugar desde el que Martin Luther King dio su famoso discurso I have a dream, en 1963 (una placa en el suelo lo señala). Más lugares para no olvidar: los sobrecoge-dores Vietnam Veterans Memorial, el Korean War Memorial o el WWII Memorial, entre otros. Al otro lado del río, los homenajes siguen en el cementerio de Arlington, en el que están enterrados más de 250.000 soldados y donde también descansa J.F. Kennedy. Si quieres profundizar un poco más sobre la historia de este país y sobre la persona que fundó esta ciudad, George Washington, tienes una cita imprescindible en Mount Vernon, donde se ubica la que fue la residencia del primer presidente de los Estados Unidos (3200, Mount Vernon. Memorial Highway. Alexandria. www.mountvernon.org).

EL TEMPLO DEL SABER

Hasta aquí ya has visto que en Washington D.C. están representados todos los símbolos imaginables del patriotismo estadounidense: es un destino norteamericano imprescindible para los norteamericanos, está claro. Pero la capital de los Estados Unidos tiene otra faceta que la hace ineludible también para el resto de mortales: más de 100 museos que son el sueño de cualquier arte-adicto. Parte de esta inabarcable colección –más de 137 millones de obras y objetos, además de 2 millones de libros y 7,7 millones de archivos digitales– pertenecen al Smithsonian Institute (www.si.edu), un centro de educación e investigación financiado por el Gobierno americano que posee ni más ni menos que 19 museos cuya entrada... ¡es gratuita! El más popular y visitado es el Air & Space Museum (www.nasm.si.edu), donde hallarás todo lo que siempre quisiste saber sobre los primeros vuelos comerciales o acerca de la conquista del espacio. Los auténticos Enterprise y Apolo 11, diversos trajes de astronauta, varias cabezas nucleares (desactivadas, por supuesto) o una piedra lunar ¡que se puede tocar!, además de otros mitos de la historia aeronáutica. Entre los souvenirs de su tienda nos quedamos con el helado deshidratado que comen durante las misiones espaciales. Junto al Air and Space, un museo no tan popular pero interesantísimo es el American Indian Museum, un lugar que sorprende no solo por su extraordinaria arquitectura (no hay ni una línea recta en todo el edificio), sino por la extensa colección de historias y objetos de los nativos americanos antes y después de la llegada del hombre blanco al continente. Tras las visitas pásate por el restaurante de la planta inferior, el Native Foods Café, con especialidades de todas las regiones que pertenecieron o aun pertenecen a los indios americanos. Prueba la carne de búfalo o el pan de calabaza, están exquisitos (www.nmai.si.edu).

Otro museo del Smithsonian, éste situado junto a la Union Station (no dejes de echarle un vistazo a esta estación), es el National Postal Museum, un lugar perfecto para los amantes de la filatelia, pero también para los que quieran ver cómo eran las diligencias que llevaban el correo (www.postalmuseum.si.edu).

Pieza del Art and Space Museum. Interior del museo American Indian.
LA CAPITAL DE LOS MUSEOS.

Los más de 100 museos de Washington D.C. son el sueño de cualquier arte-adicto. Aunque no pertenece al Smithsonian, hay un museo que debes visitar: es la National Gallery of Art (www.nga.gov). Está dedicado a las artes pictóricas, escultóricas y decorativas y la entrada también es gratuita. Entre sus paredes se codean Leonardo da Vinci, Goya o Richard Serra, entre otros artistas del siglo XIII hasta la actualidad.